Una sociedad que no los quiere, una sociedad excluyente.

Nadie nace preparado para recibir un diagnóstico de autismo, nadie nace preparado para ver que a tu hija le cuesta hacer y entender ciertas cosas a veces tan simples, nadie nace preparado para que tu hija no hable. Es cierto, son cosas que cuestan, que duelen pero yo acepté a mi hija (ni siquiera me planteé no hacerlo), me puse manos a la obra para enseñarle lo que puedo y estoy muy orgullosa de ella en absolutamente TODO.

Pero hay una cosa aún peor para la que nunca se está preparado y es para aguantar la discriminación, injusticias y falta de humanidad que se tiene hacia las personas nombradas por su discapacidad. Eso…eso duele más que el propio diagnóstico. Y eso no se va, no se acaba. Eso está siempre. Y hay que estar preparado porque en cualquier momento tienes que defender a tu hija de todas esas cosas y no puede pillarte desprevenida. Vas aprendiendo por el camino pero en muchas ocasiones fallas y lloras. Y vuelves a empezar y te consume. Y sigues y te caes. Te levantas otra vez.
Sí, para mí esto ha sido lo peor del diagnóstico del autismo de mi hija. Una sociedad que no los quiere, una sociedad excluyente.

Nadie nace preparado para las cosas que la sociedad hace con el autismo: Soledad, incomprensión, dejadez, expulsión, falta de cariño, injusticia, etc, etc, etc. Esto lo hace la sociedad, lo hace el Sistema Educativo, lo hacen las personas que componemos este mundo. Esto no lo hace el diagnóstico.

Deja un comentario