Te quiero mamá

Todos los días cuando me iba a la cama pensaba cuándo sería el momento que Lucía me dijese mamá… y cerraba los ojos muy fuerte e imaginaba una y otra vez ese momento.
Para Lucía y, para muchos niños con autismo, una de sus dificultades es el lenguaje. Algunos lo hacen a una edad más o menos normal, otros más mayores y otros no hablan nunca.
El no saber si tu hijo hablará, esa incertidumbre es difícil de llevar… Unas veces piensas que lo hará pronto, otras te desesperas y parece que nunca va a llegar…
En nuestro caso, los días pasaban y Lucía no hablaba nada, y piensas: » si me pudiese decir lo que está pensando», «si cuando se cae o se pone malita me dijese dónde le duele» » si cuando llora es que no se encuentra bien y no sabe decirlo» » si cuando salimos del cole me contase qué han hecho» «si cuando vas al parque o a cualquier sitio algún niño le hace algo y ella no puede decirlo»
¿Cómo nos sentiríamos nosotros si nos pasara algo igual, si cuando quisiéramos hablar nos pusieran una tirita en la boca que no dejase salir nuestras palabras?
Seguramente chillaríamos y lloraríamos igual que hacen muchos niños con autismo…
Siempre hemos trabajado mucho para que ella pudiese comunicarse, con fotos, con pictogramas, con gestos…pero nunca llegaba. Muchas veces pensabas que no merecía la pena, aún así nunca, nunca dejábamos de trabajar.
¡Y todo trabajo tiene recompensa!
Lucía ya dice espontáneamente, no por repetición, frases de tres y cuatro palabras. A punto de cumplir seis años está empezando a hablar, para esto le hemos que tenido que enseñar, primero una, después dos y ahora tres palabras… Y llegaremos a cuatro, a cinco y a mil porque si de trabajar se trata, ya estamos preparados para lo que sea.
Muchas veces, miro a mi hijo pequeño, Marcos, que tiene dos años y es inevitable pensar la facilidad que tiene para decirte cualquier cosa, las muchas formas que tiene de componer frases y entender lo que le dices. Y me alegro mucho, pero a la vez me doy cuenta del trabajo que tiene que realizar Lucía diariamente para conseguirlo, y eso me entristece…
Hoy, cuando nos levantamos y nos íbamos al cole, mientras yo recogía la taza del desayuno, Marcos le quitó un muñeco a Lucía que llevaba en la mano y vino a la cocina y me dijo: «mami Marcos lunnis quita»
¡Bravo princesa! que nunca nadie te quite las ganas de luchar y de aprender, que sigas siendo una campeona como hasta hoy. ¡Mi campeona!
Muchas mamás estaréis «hartas» de escuchar cómo vuestros pequeños os dicen que os quieren, yo todavía no he podido escucharlo de parte de mi princesa, aunque sé que no tardará, pero me lo ha dicho de otra forma en su día a día, con sus gestos y miradas y muchas cosas más. El otro día me lo dijo de una manera muy especial y es que las palabras escritas no se las lleva el viento… Yo también te quiero mi vida, tanto que nadie se puede imaginar.

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