Pide un deseo

«El simple hecho de pedir un deseo es en sí mismo un acto mágico. Ese instante mientras soplamos una vela, observamos una estrella fugaz o vemos volar nuestros deseos en una flor de diente de león es maravilloso. Lo más bello de pedir un deseo es la ilusión que sentimos al hacerlo porque no sabemos si se cumplirá o no, pero lo pedimos con fe, convencidos de que se hará realidad, y eso ya nos hace felices.

Yo la miraba intentando entender.

─¿Sabes qué? ─prosiguió─. La felicidad se mide en momentos, en su mayoría pequeños y simples, tan simples y tan pequeños como soplar velitas de cumpleaños ¿Sabes otra cosa? ─preguntó tomándome la mano─. Desear, soñar, ilusionarnos enriquecen nuestra vida, la hacen más bella y le dan otro sentido. ¿Qué sería de una existencia sin deseos? Nadie sabe qué sucederá mañana. ¿Cómo saber si nuestros deseos serán algún día realidad? Lo más importante no es que los deseos se cumplan siempre, lo más importante es el mágico e inmenso hecho de soñar y de desear.»

Pide un deseo

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