Mi pequeña Lucía

Tengo el placer de presentaros a Sandra, logopeda y estimuladora del centro FAD, donde desde hace casi cuatro años acudimos dos veces en semana. Por circunstancias pudimos disfrutar de ella poco tiempo, pero le tenemos un gran cariño. Es de esas personas que sabes que van a hacer todo lo que puedan, que no van a dejar nada sin hacer…

Ojalá nuestros caminos se vuelvan a cruzar algún día. ¡Muchas gracias! Ahí…donde guardamos a la gente que no olvidamos,  quedas tú.

Imagen

Hace un par de semanas Belén me pidió que escribiera sobre Lucía para el blog tan bonito que está desarrollando, la verdad que para mí fue una gran sorpresa y algo que no me esperaba, desde entonces no  he parado de dar vueltas sobre qué escribir o qué decir, y lo mejor será contaros como conocí yo a Lucía.

En febrero hará un año que comencé  a trabajar en Fundación F.A.D  y Lucía fue una de las primeras niñas que tuve, para mí era todo nuevo, con muchos cambios en poco tiempo, nuevos peques y nuevas familias, compañeras de trabajo, etc. Pero sin embargo para Lucía no era tan nuevo, ella ya conocía ese centro, esas aulas con nombres de frutas y a las terapeutas del centro, en especial a Cristina quien me ayudo también a conocer a mi pequeña Lucía.

Recuerdo los primeros días cada vez que entrabamos a las aulas como Lucía tiraba de mí hacia la clase de la sandía o la clase del plátano, donde ella había estado trabajando años atrás, hasta que poco a poco fue conociendo la que iba a ser nuestra nueva clase, las cerezas.

Los primeros días no fueron fáciles, yo sabía que quería trabajar con Lucía pero no siempre conseguía lo que me proponía, hasta que un día te das cuenta que hay mil maneras de trabajar y que yo lo primero que tenía que conseguir es que ella me reconociera y me dejara entrar en “la habitación de Lucía”. Y así fueron pasando los días y las dos nos fuimos conociendo y encontrando cada vez más a gusto, entonces sí  comprendí que había conseguido el clima perfecto de trabajo. Lucía empezó a combinar dos palabras para realizar peticiones, o cuando yo le daba a elegir entre dos actividades pero sobre todo comenzó a disfrutar de momentos de juego. Los últimos cinco-diez minutos nos íbamos a la colchoneta a jugar o hacer una pequeña relajación, y de aquí nacieron nuestros mejores momentos, recuerdo tanto los ratos tumbadas en la colchoneta donde Lucía mirándome a los ojos me pedía más cosquillas o que cantara otra canción, que he de reconocer que son de esos momentos que te llenan por dentro y te hacen querer esta profesión por muy dura que a veces resulte, porque para nosotros/as también son nuestros niños y niñas.

Pude conocer a Lucía en gran parte también por esa maravillosa familia que tiene, Belén y Rubén siempre me han dado toda la información necesaria, comentado cada nuevo avance o cada día de rabieta, porque qué importante es la familia para los niños/as pero en especial para niños como Lucía, sin olvidarme de Marcos con el que comienza a compartir muchos más momentos como hermano pequeño que es.

Sin duda para mí siempre será mi pequeña Lucía, espero y deseo que nuestros caminos se crucen de nuevo, y agradecer a Belén y a Rubén la confianza y el cariño que siempre me han demostrado.

Sandra Bocero Cruz, Logopeda y Estimuladora.

Deja un comentario