Daniela

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Daniela es su nombre, una niña de la academia de baile donde vamos todos las semanas. Todos los martes cuando salimos del cole nos vamos corriendo para no llegar tarde. Lucía casi siempre va contenta, enseñándole su pictograma sabe dónde vamos y con una muñeca en una mano y en otra su bocadillo, va feliz.

Llegamos y nos cambiamos de ropa, a veces todavía con bocadillo, y esperamos tranquilamente a que llegue la profe. Poco a poco van llegando las niñas, vienen a saludarla, le dan besos….

El otro día viví un momento de estos que llamamos mágicos. Estábamos esperando para entrar y llegó Daniela, una niña que conocemos desde el principio. A Lucía se le iluminó la cara, la miraba y le sonreía, normalmente ella no suele hacer mucho caso cuando van entrando, pero ese día sí. No paraba de mirarla y me miraba a mí como diciendo: » si es Daniela mamá, ¿no la ves?»

Yo claro que la veía pero no me lo podía creer, a ella le cuesta mucho relacionarse, pero ese día quería jugar, se le notaba y así fue. Ya dentro, antes de comenzar las clases, me quedé un momento para ver cómo corría, jugaba y se reía con Daniela.

Para mí fue muy especial, no estoy aconstumbrada a que Lucía quiera jugar con los niños. Cuando vamos al parque tiende a estar sola aunque cada vez menos. A veces se acerca a ellos pero para ella es muy difícil  y otras veces como no habla, los niños no la entienden y se terminan alejando. Yo desde lejos la miro y sueño con que algún día lo haga.

Lo mejor de todo estaba por llegar, cuando llegué a recogerla y ya poniéndole los zapatos se acercó Daniela y acariciándole la cara con mucha suavidad le dijo: «adiós Lucía, hasta la semana que viene, hoy te has portado muy bien» y le dio un beso muy despacito.

Lucía la miraba y no dejaba de sonreirle, no le podía decir nada pero no hacía falta, Daniela la entendía perfectamente. Salimos de allí y hasta llegar al coche no dejó de nombrarla.

Daniela no se dió cuenta pero hizo muy feliz a Lucía. Para que luego digan que los niños con autismo no tienen sentimientos.Lles cuesta expresarlos y entenderlos pero eso no quiere decir que no tengan. Muchas veces a los mayores cuando nos dicen que tiene autismo, no sabemos cómo tratarlos, quizás por desconocimiento, quizás por miedo a la reacción que pueda tener. Los niños no lo saben y la tratan con normalidad y eso es lo mejor que le puede pasar a ella.

A lo mejor es como decía siempre Alicia que Lucía tiene algo que llama la atención y gusta a los niños, «no sé si las coletas o esa sonrisa tan bonita» decía, pero algo es… Quizás hay una estrella que le guía en su camino y se lo hace más fácil… quién sabe…

Ojalá sigan existiendo muchas «Danielas»  en nuestra vida y a pesar de nuestras dificultades nos acaricien la cara de la misma manera, porque a veces las palabras sobran…

Gracias Daniela.

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