Ayer me pilló Lucía con unas lagrimillas en los ojos, me abrazó y me repitió una y otra vez esta frase: «Mamá, llorar no»
( era la primera vez que lo decía)
Hoy, en la fila del colegio, estaba nerviosa, no quería esperar y entonces nos pusimos a jugar a «colores».
Mamá: rojo
Lucía: verde
Mamá: amarillo
Lucía: violeta
Mamá: marrón
Lucía: rosa
Mamá: blanco
Lucía: dorado
Mamá: negro
Lucía: verde botella
Mamá: púrpura
Lucía: púrpura clarito
Mamá: naranja
Lucía: gris
De repente se abre la puerta, coge a una niña de la mano, avanza unos pasos y se para para decirme:
«Mamá, casa llorar no»
Las personas con autismo tienen sentimientos, quieren y NO viven en su mundo. No hay dos mundos.
Sueñan, piden deseos y muchas veces se cumplen.